Nuestra redacción de arquitectura acudió a su cita con el arranque de la Bienal de Arquitectura de Venecia de este año. Tras celebrar el fin de semana inaugural, le traemos en exclusiva lo que más llamó nuestra atención de las distintas exposiciones.
Por ahora, podemos adelantar algo: la inteligencia puede adoptar muchas formas, y algunas sorprenden.
La Bienal de Arquitectura del 2025 se celebra bajo el título “Intelligens. Natural. Artificial. Collective”.
La 19.ª edición de la muestra está dedicada a los puntos de encuentro entre personas, naturaleza y tecnología. Su comisario Carlo Ratti, arquitecto, ingeniero y director del MIT Senseable City Lab, aporta una perspectiva que aborda el espacio urbano como un sistema colectivo. En este sentido, “Intelligens” se refiere precisamente a la interacción entre la inteligencia natural y la artificial, así como al potencial del conocimiento colectivo en el diseño arquitectónico.
La Bienal de Arquitectura de 2025 está repartida entre dos espacios principales: los Giardini, donde numerosos países exhiben sus presentaciones en pabellones propios, y el Arsenale, que acoge la Exposición Internacional principal y otras muestras nacionales.
Sin embargo, la Bienal no se acaba a las puertas del Arsenale ni de los Giardini. A lo largo y ancho de Venecia tienen lugar numerosos “Collateral Events” y más exposiciones nacionales que completan el programa y aportan perspectivas adicionales sobre el tema central. Estas muestras no solo amplían el discurso arquitectónico, sino que también invitan a vivir la ciudad como parte de la exposición y a dejarse sorprender por hallazgos arquitectónicos fuera de la ruta principal.
El Arsenale es uno de los dos espacios de exposición centrales y, como su propio nombre deja intuir, se trata del antiguo arsenal de la ciudad. Aloja la exposición concebida por el comisario, Carlo Ratti, que indaga y pone de relieve el título de la Bienal en diversos ámbitos temáticos. Además de la exposición principal, en el Arsenale se encuentran también numerosas muestras nacionales.
Ya desde la primera sala, la exposición principal del Arsenale, a cargo de Carlo Ratti, nos deja con una impresión perdurable. La instalación “Terms and Conditions” confronta a los visitantes con las consecuencias de las comodidades a las que estamos acostumbrados. En una sala oscura y revestida de espejos, cuelgan del techo aparatos de aire acondicionado cuyos ventiladores conducen el aire caliente que desprenden los aparatos directamente al interior. Debajo hay dispuesto un recipiente de agua que acentúa el calor y potencia las superficies reflectantes. Esta puesta en escena genera una sensación de incomodidad física y pone de relieve las consecuencias, a menudo pasadas por alto, de nuestro consumo de energía.
Uno de los puntos más especiales de los exteriores es la instalación de Norman Foster + Partners, fruto de la colaboración con el Norman Foster Institute. Explora diversos conceptos de la movilidad sobre el agua del futuro, e incluso ofrece la posibilidad de probar innovadores vehículos acuáticos. Esta extensa instalación combina investigación, diseño y tecnología, y aborda el papel de las infraestructuras en el desarrollo urbano sostenible.
Otra instalación exterior que merece la pena mencionar, bajo el título “Laguna Viva”, ofrece la posibilidad de beber café expreso recién hecho con agua filtrada de la laguna, y ha sido galardonada por el jurado internacional de la Bienal con el León de Oro a la Mejor Contribución. Un sistema de filtración desarrollado ex profeso suministra a la máquina de café agua acondicionada, directamente extraída de la laguna veneciana. Como no podía ser de otra forma, hemos probado el café y podemos afirmar que se trataba de un expreso extraordinario, y puede ser que supiera incluso mejor en el singular ambiente de la Bienal de Arquitectura.
Además de la extensa exposición principal, el pabellón de Marruecos ha sido una de las propuestas del recinto del Arsenale que más ha llamado nuestra atención. Bajo el título “Materiae Palimpsest” y comisariada por Salima Naji, ahonda en el potencial cultural y arquitectónico de la construcción en arcilla. La exposición muestra cómo las técnicas de construcción tradicionales marroquíes pueden combinarse con los métodos digitales contemporáneos, y pone el foco en la relación entre la artesanía, el material y las personas. En una experiencia de sala inmersiva, el pabellón hace posible experimentar de primera mano la viabilidad futura de los recursos locales.
Los Giardini están dedicados exclusivamente a muestras de países participantes. Un total de 26 pabellones nacionales exhiben aquí sus perspectivas sobre el tema conductor de esta edición, cada uno con un comisariado diferente y, a menudo, con una impresionante puesta en escena de los espacios.
Uno de los ejemplos más singulares es el pabellón alemán, a cargo del equipo “Stresstest”. Bajo el título “Open for Maintenance / Open for Transformation”, han convertido el pabellón en una sala de experiencias y en el punto de partida de un análisis sobre la resiliencia climática y los procesos de transformación en el urbanismo. Resulta particularmente gráfica una visualización de posibles medidas para reducir las emisiones de CO₂.
La propuesta ha ido a cargo de Anh-Linh Ngo, Franziska Gödicke, Christian Hiller y Melissa Angela Alemaz Koch (ARCH+), Anne Femmer y Florian Summa (Summacumfemmer), así como de Juliane Greb y Petter Krag (Büro Juliane Greb).
En cambio, el pabellón canadiense se ocupa de un tema completamente diferente: bajo el título “Archi-féroces”, a cargo del estudio Lateral Office, fundado por Lola Sheppard y Mason White, se plantea la cuestión de cómo la vida microbiana puede dar forma al medio construido y convertirlo de pronto en un auténtico laboratorio. Con imponentes esculturas vivas, el interior de este pabellón nos muestra cómo esta clase de bacterias pueden contribuir a moldear nuestro entorno de forma inteligente.
El pabellón de Serbia gira en torno al tema de la circularidad. El espacio, a cargo de Marija Mojasevic y Luka Cakic, y completamente revestido de tejido, parece a primera vista escultural y reposado. Solo a medida que la mirada se detiene en los husillos de las paredes empieza a quedar claro, poco a poco, qué es lo que realmente pasa aquí. Haciendo honor a su título “Woven Structures”, el tejido se enrolla y se desenrolla continuamente, una y otra vez, y así permanecerá mientras dure la Bienal. El movimiento de los husillos se consigue mediante elementos fotovoltaicos instalados en el techo y la fachada. De esta forma, no solo se indaga en el concepto de circularidad, sino que se le da una dimensión material muy concreta: cuando termine la exposición, el material enrollado seguirá estando intacto para su reutilización.
Precisamente en los convulsos tiempos actuales, agitados por un escenario internacional incierto, el pabellón polaco se propone robarnos una sonrisa. Bajo el título “Panic Room”, Jacek Sosnowski y Zofia Jakubowicz cuestionan y critican humorísticamente los miedos e inseguridades de la vida moderna a través de la arquitectura. Así pues, el miedo al fuego nos hace adorar un extintor como si se tratara de una figura religiosa en el pabellón polaco, o una salida de emergencia abarrotada de señales de seguridad nos incita a analizar de forma crítica nuestra arquitectura y las normas que se ocultan tras ella.
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